Injertos

Injertar es hacer que dos plantas se unan para formar una sola. El injerto habitual consta de dos partes: el pie o portainjertos, que es la planta que hace de base y aporta la raíz (y por tanto la función de alimentación) y el injerto, que es la parte que se desarrollará gracias al apoyo de la otra. Los injertos deben ser compatibles con sus pies, es decir, plantas de la misma familia, aunque no siempre es así.
La utilidad del injerto radica en la capacidad de alterar los ritmos y fortalezas o debilidades de una planta con determinados pies. Por ejemplo, una planta de crecimiento lento y multiplicación complicada se desarrollará mucho más rápido sobre un pie de crecimiento rápido, y por tanto florecerá antes y será más sencillo multiplicarla e, incluso, obtener sus frutos o semillas.
Otra planta a la que no le convenga mantenerse en contacto directo con el suelo por problemas de humedad, puede injertarse encima de una más alta, y así evitar el peligro.
Por ejemplo, los cactus de colores no tienen clorofila y, por tanto, no pueden sobrevivir por sí mismos, su única forma de perdurar es mediante injertos.

Mostrando los 6 resultados